miércoles, 14 de noviembre de 2012

¿COMO NOS AFECTA EL LLANTO DE UN BEBÉ?

Un estudio descubrió que activa las regiones del cerebro relacionadas con la respuesta de lucha, huida, alerta y el instinto de supervivencia ante el peligro.


Los científicos han descubierto que el cerebro está estructurado para tener una fuerte reacción ante ese sonido, lo que nos hace prestar más atención y preparar el cuerpo para ayudar cada vez que lo oímos, aun cuando no seamos los padres del bebé.


Katie Young de la Universidad de Oxford, que dirigió un estudio cuyo objetivo era develar cómo procesa el cerebro el llanto de un bebé, escaneó el cerebro de 28 personas mientras escuchaban el llanto de bebés y de adultos también sonidos de animales en apuros como maullidos de gatos y aullidos de perros. Empleando una técnica de escaneo muy veloz llamada magnetoencefalografía, Young observó un rápido estallido de actividad en el cerebro como respuesta al sonido del llanto de un bebé, seguido de una intensa reacción después de 100 milisegundos. La reacción a otros sonidos no fue tan intensa. “Esto se daba fundamentalmente en dos regiones del cerebro”, explicó Young. Una está en el centro del giro temporal, zona que interviene en el procesamiento de las emociones y la palabra; la otra zona es la corteza orbitofrontal, región conocida por su papel en la recompensa y el procesamiento de las emociones.

Young y su colega Christine Parsons presentaron sus conclusiones en la reunión anual de la Sociedad de Neurociencia en Nueva Orleans.
El estudio indica que hay algo especial en la forma en que el cerebro procesa los sonidos de los bebés, aseguró Young. El hecho de que hubiera actividad en las zonas emocionales del cerebro podría significar que el sonido del llanto de un bebé está marcado como importante incluso antes de que el cerebro tenga la oportunidad de procesarlo plenamente.



Ninguna de las personas que participó en el estudio tenía hijos o había participado en su cuidado. Sin embargo, todas reaccionaron de la misma manera, después de 100 milisegundos, ante el llanto del bebé. 
Por otro lado, es evidente que el cuidado del bebé es estresante, especialmente si se está expuesto por un tiempo prolongado al llanto del bebé, lo que dará lugar a un incremento en la activación del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal, el principal mediador de la respuesta a estrés, que tendrá como consecuencia la liberación de cortisol. Se ha observado que las madres suelen presentar altos niveles de cortisol en los primeros meses tras el parto y que estos niveles se relacionan con una actitud positiva y los de vocalización hacia el bebé (hablarle, cantarle, etc). Incluso se ha observado una relación positiva entre los niveles de cortisol de madres noveles y su puntuación sobre el olor de varios bebés. Sin embargo, seis meses tras el parto esta relación se invierte, de modo que un mayor cuidado de los bebés implica menores niveles de cortisol circulantes. Se cree que ese cambio en los niveles de cortisol a lo largo del tiempo podría ser debido en parte a la liberación de oxitocina que tiene lugar cuando la madre da de mamar al bebé, ya que la oxitocina inhibe la actividad del eje hipotálamo-hipófisis-adrernal. Una actividad elevada de este eje tras los seis meses postparto puede dar lugar, de hecho, a emociones negativas y un cuidado reducido de los hijos, así como mayores probabilidades de padecer depresión.





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