martes, 13 de noviembre de 2012

A MÁS GRASA ABDOMINAL, MENOS VOLUMEN CEREBRAL.


Unos investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston han encontrado una asociación significativa entre la grasa abdominal y un menor volumen cerebral total. Los resultados de esta investigación podrían ayudar a incrementar de manera decisiva el conocimiento científico sobre los mecanismos subyacentes en la relación entre la obesidad y la demencia, ya sospechada desde hace algún tiempo, y podrían conducir a desarrollar estrategias eficaces de prevención.




Además, otro estudio realizado por Paul Thompson, investigador de la Universidad de California, apunta a que la obesidad puede reducir el tamaño del cerebro en los ancianos, haciéndolos más vulnerables a la demencia.

La masa corporal global y la obesidad, particularmente en la mediana edad, están asociadas con un mayor riesgo de demencia y enfermedad de Alzheimer. Diferentes depósitos de grasa poseen riesgos metabólicos diferentes, y cada vez hay más evidencias de que la obesidad abdominal y la grasa visceral están más correlacionadas con el riesgo vascular que la masa corporal global. Sin embargo, sólo existe información limitada que demuestre este concepto en asociación con la cognición y la demencia.

En el primer estudio el equipo de Sudha Seshadri, profesora de neurología en la Escuela de Medicina de la citada universidad, estudió a más de 700 personas. Y observó una asociación inversa del índice de masa corporal, la circunferencia de la cintura, el tejido adiposo subcutáneo y el tejido adiposo visceral, con el volumen cerebral total, independientemente de los factores de riesgo vascular.

En el segundo estudio, tras analizar a 94 sujetos que superaban los setenta años de edad, Thompson observó que el cerebro de los obesos parecía 16 años más “viejos” que el de sus compañeros más delgados. Sus resultados indican que los ancianos con mayor índice de masa corporal (IMC) tienen también un cerebro más pequeño, en concreto un 8% más reducido que el de sujetos con un peso normal. Y que la pérdida de masa cerebral se produce fundamentalmente en el lóbulo temporal y el lóbulo frontal, con un importante papel en la planificación y la memoria, respectivamente.

Es importante destacar que los nuevos datos sugieren que la asociación entre el tejido adiposo visceral y el volumen cerebral total es, en los casos examinados, la más robusta y fuerte de todas las asociaciones, y también resulta ser independiente del índice de masa corporal y de la resistencia a la insulina.

Según advierten los investigadores del primer estudio, los mecanismos subyacentes en esa asociación inversa de la obesidad, y particularmente la grasa abdominal visceral, con el volumen cerebral total, son por ahora desconocidos, si bien existen sospechas sobre cuáles podrían ser.

Se especula con que la inflamación podría ser un importante mediador, así como la diabetes y la resistencia a la insulina.

Los investigadores consideran además que ciertas hormonas derivadas del tejido adiposo, como la leptina o la grelina, podrían también ejercer alguna influencia en la relación entre el tejido adiposo y la atrofia del cerebro. 

Por último, el autor del segundo estudio, Thompson, sugiere que a medida que aumenta la grasa corporal es más probable que existan arterias obstruidas, lo que reduce la llegada de oxígeno y sangre a las neuronas del cerebro. La buena noticia, añade, es que hacer ejercicio intenso puede “salvar” la misma cantidad de tejido cerebral que se pierde a causa de la obesidad.


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