miércoles, 24 de octubre de 2012

¿QUÉ LE OCURRE AL CEREBRO CUANDO NO DESAYUNAMOS?

Un desayuno equilibrado contribuye a un reparto más armónico de las calorías a lo largo del día y proporciona, además, una ración de seguridad de muchos nutrientes especialmente importantes en el periodo escolar, época de gran crecimiento y desarrollo. Y a pesar de que uno de cada dos adultos reconoce los beneficios de un buen desayuno para comenzar adecuadamente el día, en Europa siete millones de niños acuden al colegio cada mañana sin desayunar.

Científicos del Reino Unido, concretamente del Imperial College de Londres, han demostrado por medio de un estudio que, si no realizamos la primera comida del día, el desayuno, nuestro cerebro tendrá una mayor necesidad de ingerir alimentos grasos y ricos en calorías.




En el congreso Neurociencia 2012 celebrado en Estados Unidos, se ha presentado una investigación realizada a 21 hombres y 21 mujeres de 25 años con un peso normal. El estudio se realizó durante dos días consecutivos en los que a los sujetos se les mostraron fotografías de alimentos ricos en calorías, mientras que se les colocaba en un escáner de imágenes de resonancia magnética funcional (MRIf).

A los sujetos del estudio se le pidió que manifestaran en qué medida les apetecían una serie de alimentos entre los que se encontraban pizza, chocolate, pescado y verdura.

El primer día del estudio, se pidió a los voluntarios que no desayunaran antes de realizar la prueba del escáner. Al día siguiente, un hora antes del escáner, realizaron un desayuno de 750 calorías formado por pan, cereales y mermelada.

Cuando llegó la hora de la comida, a los sujetos les ofrecieron multitud de alimentos, pudiendo estos consumir todo lo que desearan. Los investigadores observaron que aquellos sujetos que habían pasado la mañana en ayunas mostraban una predisposición clara hacia alimentos ricos en calorías e ingirieron un 20 por ciento más de calorías respecto a los que sí habían desayunado.

Los escáneres tras las pruebas mostraron que la región del cerebro que podría estar involucrada en la atracción a los alimentos, la corteza orbitofrontal, se volvía más activa cuando el estómago estaba vacío.

Por tanto, tras realizar el estudio, llegaron a la conclusión de que no ingerir alimentos a primera hora de la mañana vuelve a los alimentos grasos y alimentos dulces más atractivos para nuestro cerebro y además de potenciar la voracidad, favorece una dieta desequilibrada.


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