El cerebro necesita energía para funcionar, igual que los músculos. A todos nos ha ocurrido en alguna ocasión que después de clase o de muchas horas de trabajo delante del ordenador, uno se sorprende de lo hambriento que está, teniendo en cuenta que hemos estado sentados la mayor parte del día.
El cerebro quema glucosa para transmitir mensajes a través de la red neuronal, y también carbohidratos, que se digieren hasta convertirse en glucosa. Eso es de lo que nuestro cerebro se alimenta. Los carbohidratos se encuentran en la fruta, vegetales, legumbres y la leche.
Así que pensar, como cualquier otro ejercicio, quema sobre todo glucosa y carbohidratos, y sólo en el caso de que el cuerpo no encuentre esos alimentos el cerebro empezará a buscar su alimento en la grasa.
El cerebro necesita una décima parte de una caloría por minuto, tan sólo para permanecer vivos. Podemos comparar esto con la energía usada por nuestros músculos: caminar quema unas 4 calorías por minuto, boxear puede gastar unas 10 por minuto y leer puede necesitar 1.5 calorías por minuto.
Según la experta en nutrición Mary Hartley, el cerebro quema más calorías durante períodos intensos de actividad mental. A lo largo del día el cerebro gasta entre el 20% y el 30% de las calorías quemadas en global, aunque la mayoría de ellas se utilizan para regular procesos psicológicos como el latido del corazón, la respiración y la digestión.
Un equipo de investigación supervisado por el doctor Angelo Tremblay, realizó un estudio con un grupo de estudiantes. Se les pidió que realizaran tres tareas en tres días distintos. Las tres tareas tenían un grado de dificultad muy diferenciado:
- La primera fue una sesión de relax.
- La segunda una lectura y resumen de texto.
- La última fue una serie de pruebas de memoria, atención y vigilancia.
Los participantes consumieron un 23,6% más calorías después de las tareas intelectuales. Al terminar las actividades, los estudiantes fueron invitados a comer todo lo que quisieran de un buffet. Los participantes comieron 203 calorías más después de resumir el texto y 253 calorías más después de las pruebas intelectuales.
Los autores del estudio argumentan: "Esto puede ser debido al estrés del trabajo intelectual, o también reflejar una adaptación biológica durante la combustión de glucosa." Es decir, que puede ser que el organismo reaccione con el fin de restablecer su equilibrio de glucosa adquiriendo alimentos ricos en toda clase de nutrientes cuando en realidad el único combustible utilizado por el cerebro fue un poco de glucosa.
La conclusión es que sí, que pensar quema calorías pero que puede inducir a recuperar más energía de la que se ha gastado, acumulando grasa. Puede que sea debido a este fenómeno, el de la sobre-compensación de tener poca actividad física, aunque mucha mental, provoque el aumento de peso.
interesante .-.
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