Ser diestro o zurdo no es fruto del azar o de los hábitos que establecemos desde pequeños, sino que es la consecuencia de un proceso de evolución del sistema nervioso, un proceso que se va produciendo cuando crecemos y que es necesario para elevar el grado de complejidad funcional del cerebro.
Además de esta explicación neurológica, que señala que en los diestros predomina el hemisferio cerebral izquierdo y en los zurdos el derecho, a ciencia cierta aún no se conoce exactamente el porqué de uno u otro predominio. Y sobre el tema existen variadas teorías.
En un principio, el ser una persona diestra o zurda dependería de dos factores según distintas corrientes y estudios: la herencia y el adiestramiento o experiencia que cada niño tiene durante su maduración cerebral.
Sin embargo, la mayoría de los investigadores toma distancia de estas posturas extremas y señalan que la lateralidad de la persona está influida tanto por factores genéticos como ambientales. Además, recordemos que no nacemos diestros o zurdos, sino que nos vamos convirtiendo en tales en nuestra primera infancia.
Según la postura genética, vemos que el predominio de una u otra lateralidad es algo que se ve condicionado por nuestros genes, por lo que tendríamos más posibilidades de ser zurdos si existiesen antecedentes familiares.
Una teoría elaborada por genetistas del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos planteaba la hipótesis de que la mayoría de las personas tiene un gen dominante que las hace ser diestras. Por el contrario, a un 20% de las personas les falta este gen, por lo que tienen una posibilidad al azar de ser diestro o zurdo (al 50%). La presencia o ausencia de este gen corresponde a una condición genética convencional, como la que determina el color de los ojos o la calvicie.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Oxford descubrió, en agosto de 2007, que el gen LRRTM1 es determinante para que una persona sea zurda.
Otros psicólogos creen que la lateralidad tiene que ver con factores ambientales y depende del aprendizaje que hacen los niños de sus padres, la influencia del colegio o los hábitos que inculcan sus allegados.
Además, existen otras teorías que podrían explicar que un niño sea diestro o zurdo independientemente de la genética o el entorno, aunque se refiere a casos más específicos (como las lesiones en una mano que al cabo del tiempo desembocan en el dominio de la otra para las habilidades):
-Exceso de testosterona: un alto nivel de la hormona masculina, testosterona prenatal podría predisponer al desarrollo de un sujeto zurdo, según uno de los estudios incluidos en el I Congreso Español de Psicobiología (Universidad de Oviedo). Otra teoría dice que la exposición a altas dosis de testosterona antes del nacimiento puede inducir a la zurdera. La abundancia de testosterona, que suele ser mucho mayor en los hombres que en las mujeres, provocaría que haya más varones zurdos.
-Estrés de nacimiento: las lesiones en un hemisferio cerebral del bebé, durante el embarazo o los primeros meses de vida, pueden inducir que uno de ellos se desarrolle más, en el caso que sea el hemisferio izquierdo el lesionado, supuestamente se desarrollará zurdera.
En lo que sí hay conformidad, como hemos señalado al principio, es en que las causas de ser diestro o zurdo son neurológicas, es decir, que está determinado por el cerebro y depende de la “lateralidad” de la persona.
La lateralidad es un predominio motor relacionado con las partes del cuerpo, que integran sus mitades derecha e izquierda. La lateralidad se refleja en el hecho de que uno de los lados de nuestro cuerpo predomina sobre el otro en la realización de la mayoría de las actividades: los zurdos tienen lateralidad izquierda, los diestros derecha.
En el cerebro existen dos hemisferios: el derecho, que dirige los movimientos del lado izquierdo del cuerpo, y el izquierdo, que rige los movimientos del lado derecho. Casi siempre su parte izquierda es la dominante, por lo que la mayoría de órdenes están destinadas a la derecha del cuerpo.
Pero los zurdos son la excepción, ya que en ellos sucede al contrario: domina el hemisferio derecho que es el que dirige el lado izquierdo, por lo que es a este lado al que manda las órdenes.
Según algunas investigaciones, podría ser que el predominio de los diestros (entre un 8% y un 15% de la población mundial es zurda) se deba a que las funciones cerebrales alojadas en el hemisferio izquierdo son más importantes y por ello dominantes. Aunque las teorías actuales dudan de que el papel desempeñado por el hemisferio derecho (relacionadas con la creatividad y el ingenio) sean secundarias.
Cuando hablamos de hemisferios, no hemos de considerarlos hemisferios opuestos: son complementarios y no hay un hemisferio más importante que el otro.
De modo que quedan muchas incógnitas por resolver acerca de por qué somos diestros o zurdos. Sea más por herencia, sea por el entorno, creo que lo que más debe importarnos es conocer si los pequeños son diestros o zurdos en el momento adecuado, más allá de los dos años de edad, con el propósito de ayudarles a desenvolverse en sus tareas diarias.
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